Os propongo una nueva y distinta forma de ver los contratiempos de la vida.
Lo que llamamos fracaso es en realidad una expresión de la sanación del alma, su sentido es que no podemos crear con lo que no resonamos.
En el pasado, tal vez fuimos capaces de hacerlo, pero en la medida en que elevamos nuestra vibración, vamos notando que lo que antes funcionaba, ahora no lo hace. No tenemos ya conexion con energías que no nos sirven, que pertenecen a ciclos kármicos por comportamientos del pasado, ya que todo lo que conocemos tiene su origen en lo vivido, en esta y otras existencias que transportamos en la memoria celular.
Cada cosa que se malogra o no llega a materializarse es una confirmación de que nuestra energía ya no está en ese nivel y en esas posibilidades.
Hay otras energías disponibles para nosotros, que vamos a convertir en realidad cuando bendigamos las decepciones, las soltemos y nos pongamos manos a la obra, construyendo el futuro. Así pues, celebremos los fracasos, y agradezcámosles que nos están enseñando que todo está bien, que estamos en el camino de la transformación y que otra realidad está esperando que la creemos.
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Me recuerda a ¿Quién me ha robado mi queso?
ResponderEliminarUn saludo,
Alex