Las mancias como el Tarot, la Quirología o la Numerología, siempre se han visto, desde fuera y yo la primera, como una forma de adivinar el futuro, como un pequeño adelanto de lo que pasará mañana o pasado y que nos puede convenir saber, para que no nos pille desprevenido lo que sea, que nos aguarda ahí, a la vuelta de la esquina. Según van pasando los años y voy ahondando en el conocimiento de estas materias, me doy más y más cuenta, de las herramientas tan potentes y certeras que son, por ejemplo para descubrir nuestras contradicciones.
Voy a ilustrar lo que digo para que sea más fácil de entender.
Cuando preguntamos al Tarot sobre una relación romántica, lo que sale no solo nos habla de cómo están las cosas, también vemos lo que no queremos reconocer y que son los motivos por los que nos traicionamos a nosotros mismos, en la búsqueda de la pareja perfecta.
Por ejemplo:
En esta tirada, la búsqueda del ideal (El Mundo),
nos hace entrar en contradicción, con nosotros mismos.
Buscamos alguien serio y responsable (El Emperador), pero aceptamos propuestas que nada tienen que ver, con nuestros deseos más profundos, (El Loco), personas a las que les gusta tontear, picotear y no saben lo que quieren.
El consejo de la tirada es que el miedo a la soledad, al paso del tiempo, al que dirán y a un sinfín más de cosas, no nos deja ser justos con nosotros mismos (La Justicia) y hasta que no lo seamos, no encontraremos lo que de verdad nuestra alma anhela, solo premios de consolación.
Con la Quirologia o Lectura de Manos es lo mismo:
La mano derecha es la careta, o la parte de nosotros recortada que enseñamos al mundo y la izquierda es donde están nuestros deseos y anhelos más profundos.
La observación de las dos nos enseña, que a veces entran en discordancia los deseos, con los temores más antiguos y son la clave que nos muestra, por qué nuestros proyectos tardan en salir.
Y la Numerología nos ayuda a descubrir nuestra misión en la vida, con la fecha de nacimiento. Para llegar a cumplirla contamos con la fuerza interior, que nos da la suma de las vocales del nombre y la exterior, de las consonantes, sin olvidar la suma de las letras de los apellidos, que son las raíces o el ADN del que venimos.
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