Cuando yo tomo la mano de otro ser entre las mias, no dejo de pensar que quien tengo delante me está depositando su
confianza y junto con su mano me está abriendo su vida, lo que es una gran
honor y una enorme responsabilidad, por lo que la mejor forma de llegar al alma de este ser es ir totalmente libre de prejuicios y con el único
fin de ayudarle a despejar las incógnitas de su vida, ¿quién soy?, ¿hacia donde me encamino? y… ¿porqué me pasa esto a mi?
Los
signos quirológicos dibujan un mapa muy completo de una persona, es una información muy
valiosa porque viendo y observando las cualidades y carencias que tiene para
desarrollarse en la vida: física, emocional, mental y espiritualmente,
se puede ver lo que la vida le depara en el momento presente y hacia
donde esta llevando su futuro, sin olvidar que son "orientaciones" y pueden variar en la medida que la persona use su “libre albedrío” para mover las circunstancias a su favor.
A tenor de esto que acabo de explicar, existe una anécdota sobre Sócrates, muchas veces comparado con un sileno o un sátiro, por sus ojos
saltones, nariz chata y respingona, labios gruesos y carnosos y una
tripa considerable, quien un día caminando con sus discípulos dió un traspiés, y fué a tropezar con Zópiro, adivino sirio, quien molesto por el encontronazo sin tener conocimiento de quién era Sócrates, le
dijo que su rostro le denunciaba como estúpido y libidinoso; ante tal
disparate sus seguidores se rieron, pero Sócrates muy serio contestó:
“Este hombre tiene razón, yo tenía una inclinación pasional hacia ciertos comportamientos que se pueden calificar como viciosos, y eso es lo que ve en mis rasgos, pero mi educación y voluntad han hecho que estos impulsos cambien, lo que este personaje, que se ha quedado con mi envoltura externa, no puede ver”.
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